A los 4 años ya pichangueaba. Como todas nomás! Con los hermanos, los primos, esos que en un principio me dejaban jugando al arco hasta que a punta de golpes y guapeza tuvieron que acostumbrarse a los buenos pases más que a las pobres atajadas.
A los 9 años ya estaba en una escuela de fútbol con puros niñitos. En un pequeño poblado del sur de Francia, todos los días sábados en la noche armaba mi mochila con mis zapatos de fútbol y mi uniforme porque al otro día algún papá buena onda nos pasaba a buscar a todos para ir a jugar en las ligas infantiles. El domingo me despertaba mi abuelita a las 7 de la mañana y a las 8 ya estaba lista, llena de energía y deseos de jugar. Me demoré 17 partidos con mi equipo en poder ganarle a un rival, pero seguramente fue mi mejor etapa como deportista en la cual forjé mi carácter competitivo.
A los 16 años jugaba en un Club llamado Sportivo Milano, hoy ya desaparecido. Todos los martes y los jueves a las 5 de la tarde, después de mi jornada escolar completa tomaba una micro hasta estación Mapocho y luego un minibús azul que me llevaba a Colina de donde era oriundo mi club. Estudiaba o leía durante el viaje porque me demoraba 2 horas en llegar. Entrenaba de 7 a 9 y volvía a mi casa como a las 11 de la noche. Y los fines de semana cuando me tocaba partido por la competencia metropolitana de ANFA me movía por todo Santiago para llegar a las canchas y jugar.
Pero no era un sufrimiento para mí, si un sacrificio, muchas veces me fue más o menos en alguna prueba, no carreteaba mucho y me acostaba temprano. Pero yo tenía un objetivo en mente y no podía sacármelo de la cabeza.
A los 17 años me llamaron por primera vez a la selección nacional de fútbol. En esa época no existían categorías así que ahí nomás, con todas las adultas a guapear.
Y me comí una banca que no les cuento!! En mi puesto jugaba una de las mejores jugadoras que tuvo Chile en su época. Tuve la suerte de participar en un campeonato internacional en la India y en el Sudamericano de Brasil en 1995. Pero en total en un lapso de 2 años debo haber jugado 40 minutos.
Pero no sólo eso, tuve que sortear bastante discriminación y ganarme un espacio sólo porque era “rubia” y venía de un sector socioeconómico distinto. Y quién dijo que las rubias y las pelolais no saben jugar al fútbol o no tienen un corazón gigante para hacerlo? Pues hay que demostrarlo todos los días, todos los fines de semana, en cada cancha.
Entonces me obsesioné nuevamente y pensé para mí, soy joven, me creo el cuento, soy talentosa, ahí vamos a trabajar!
A los 22 años fui la capitana de la Selección Chilena de fútbol en el Sudamericano de Mar del Plata y el resto de la historia ya da lo mismo. Pero si tuviera la oportunidad hoy de volver a vivirlo lo haría de nuevo y mejor aún. No hay nada más gratificante que trazarte objetivos y dar lo mejor de ti hasta cumplirlos.
Cada una de ustedes debe dar lo mejor de sí misma, hasta alcanzar la meta a la cual quiere llegar. Hay que hacer sacrificios y esforzarse, entrenar, perder, competir, ganar, pasarlo mal y alegrarse. Tenemos que vivir intensamente esas emociones.
Yo escogí mi destino y alcancé las metas que quería… y ustedes?
22.8.08
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Grande coach!! linda y gran motivación para seguir trabajando!
Que gran historia...ojalá todas pudieran empezar a escribir las suyas. Cada una con sus metas y sus talentos.
Gud'lak
Publicar un comentario