Cada partido tiene un momento de definición, una oportunidad de robar el ímpetu con sólo un toque, desmoralizar a un rival con velocidad abrumadora, controlar el balón y encontrar la espalda de la red (gol). Esto toma horas incontables de sudor y dolor para prepararse para ello, y sólo una fracción de segundo para ejecutarlo. Y cuando lo haces, todo cambia.
27.3.09
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